La Casa de las Dagas Voladoras

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Y es que pocas veces un título ha definido tan bien a una película, como es el caso de estra producción china del 2004. Dirigida por el notorio Zhang Yimou, personaje controvertido en su país que tan pronto es acusado de subversivo y traidor por unos, como de cobarde y colaboracionista por otros. Lo cierto es que la filmografía del director no está exenta de golpes de timón, pero en esta última etapa nos encontramos con un cine decididamente comercial, y sin pretensión alguna de denuncia social, como es el caso de esta cinta.

Situada en la china del S. IX. Dinastía Tang. Múltiples facciones intrigan para precipitar la caida del emperador. Una de esas facciones, probablemente la más taimada y peligrosa, es un ejército de asesinos cuyo nombre es «La casa de las dagas voladoras» (nótese que dicho en chino no suena tan largo). Quienes ansían hacerse con el poder impulsados por un sincero deseo de extirpar la corrupción de la corte imperial. La protagonista es una de las agentes de dicha organización, una bailarina ciega de insólitas habilidades cuyo papel en la historia resultará capital. También tendrán que lidiar con un infiltrado imperial que amenaza con destruirles desde dentro.

Hablando de los aspectos objetivos: La fotografía resulta un elemento discordante. Es muy realista, a menudo carece de filtros de color a los que tan acostumbrados estamos desde la era digital, lo cual implica que los coloridos decorados y vestuarios resulten demasiado chillones, transmitiendo una sensación de artificialidad que acompaña casi toda la película. Una paleta de colores algo más restringida y un mayor contraste podría haber aportado mayor realismo. En caulquier caso, a nivel músical, e incluyendo algunas interpretaciones de música tradicional, no destaca en absoluto: melodías asiáticas estereotípicas. El punto fuerte del apartado es sin duda el rodaje: Presentando unos movimientos de cámara resueltos, que retratan unas coreografías extraordinarias, tributarias de la mejor tradición del cine de artes marciales. Peleas espectaculares y movimientos inverosímiles que resultan dinámicos y atractivos a los ojos del espectador.

Si hablamos de la trama la cosa va a peor: La historia es demasiado simple. Incluso el componente de romance que intentan meter se antoja insulso y vulgar. Los personajes también son planos y sus motivaciones carecen de interés. El guión pretende ser filosófico a veces, pero solo consigue ser soporífero. Las actuaciones son decentes, pero que importa ya leyendo todo lo anterior…

Conclusión:

Yimou nos trae una propuesta llena de artificios, de luz y de color, y de peleas tan imposibles como espectaculares. Si la película solo se dedicara a eso, estaríamos ante una buena, pero lamentablemente la acción se ve desplazada por un trama de interés nulo, que es desarrollada torpemente a costa del ritmo. Al final cabe preguntarse si compensa tragarse los plomizos interludios a cambio de unos cuantos combates inspirados. La respuesta: Depende. No todo el mundo es igual de paciente.

Nota: 5/10

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