Debo confesar que la película que hoy tratamos me ha pillado por sorpresa. No para bien ni para mal, pero ha sido uno de estos casos en que la película no se parece en nada a lo que esperabas, y pese a ello no te arrepientes ni un ápice de haberla visionado.
El argumento es sencillo, pero no por ello descuidado. Vincent, nuestro protagonista, siempre ha soñado con ser astronauta: En un futuro cercano en el que la exploración espacial es una carrera pujante, es un trabajo que posee un gran estatus social. Pero por desgracia Vincent jamás será astronauta, y el lo sabe. ¿Las razones? No es lo bastante bueno, y no hablamos a nivel físico, mental o psicológico. Sus genes no son lo suficientemente buenos.
Tras unos cuantos malabarismos sinópticos de cara evitar spoilers, diremos que el tema central sobre el que pivota toda la historia es la eugenesia. No entendida al modo nazi de eliminar a los considerados inferiores, si no de un modo mucho más sutil, basado en la exclusión: Sin una buena carga de genes ninguna empresa contrata a nadie para puestos de responsabilidad. La película muestra así un peculiar tipo de fractura social, que se hace patente desde los primeros minutos, y queda como telón de fondo de los acontecimientos. Es importante subrayar que la película no entra en consideraciones éticas, asume la situación tal como nos es presentada, y eso refuerza la sensación de estar en una época de grandes descubrimientos, pero con una sociedad que ha comenzado a deshumanizarse.
Técnicamente estamos ante una película de 1997, y en este caso concreto no se prodiga en el uso de los (por aquel entonces) primitivos efectos digitales. Este hecho junto con unos decorados poco ambiciosos entregan una sensación extraña, como si el mundo de los protagonistas estuviera mucho más contenido que el nuestro. Esa pérdida de escala supone además cierta pérdida de credibilidad, no da la sensación de que el mundo haya cambiado, si no que los protagonistas viven aislados en otro mundo. Además para la ambientación, han optado por darle un aire retro a muchos de los elementos presentes lo cual no mejora el punto anterior en absoluto. Hablando del rodaje, es funcional y no sorprende. Las actuaciones son en general buenas, sobre todo teniendo en cuenta que trabajan sobre un guión que (al menos yo) no me termino de creer. El guión, pese a todo, está bien escrito. Y aunque no abunde en reflexiones éticas o psicológicas, si que deja el campo abonado para que lo haga el espectador.
Conclusión:
Gattaca no es la película del siglo. Probablemente tampoco es la película del año. Pero no por ello deja de merecer la pena. Estamos ante una cinta de ciencia ficción, centrada en su concepto argumental y con una acción casi nula y siempre decorativa. Sus mayores pegas son una ambientación demasiado escasa, unos personajes algo planos y un ritmo bastante pausado. Ponderándolo todo, el conjunto resulta interesante porque trata un tema poco habitual, y se apoya sobre unos recursos técnicos que, si bien son limitados, resultan suficientes.