El siguiente análisis es una inocentada correspondiente al 28-12-2013. Se mantendrá el contenido original íntegro pero se retirarán las categorías.
Hace poco más de dos años que llegó a la gran pantalla esta película documental sobre la vida de Justin Bieber. Todos nos preguntamos, naturalmente, qué interés puede tener hacer una biografía de alguien que apenas ha dado sus primeros pasos. No me imaginaba lo equivocado que estaba.
Jon Chu se pone detrás de la cámara para contarnos la historia de este fenómeno de masas. Versado como es en la filosofía existencial, concibe la película como una metáfora del recorrido por las diferentes etapas de la vida hasta la meta final de todo ser racional. El director, se arriesga aquí identificando este objetivo trascendental con el concierto en Madison Square Garden, que en la cultura musical tradicionalmente se identifica como el éxito por antonomasia. No será un camino fácil, como tampoco lo es la vida, plagado de baches y dificultades que nos recuerdan que incluso las grandes estrellas son humanos y pueden caer como un árbol en mitad de la tormenta. Como contrapunto ante semejante exposición filosófica, y considerando con acierto que el público objetivo es el juvenil, la obra está sazonada con los inicios del cantante y sus grandes éxitos.
Pero no nos engañemos, no es Jon Chu ni su deliciosa disquisición filosófica a quien vamos a ver. Justin acapara merecidamente el 95% de la atención de toda la película y aún me parece poca dada la profundidad y la fuerza de carácter de este chico. Desde el principio se nos presenta a un joven sencillo, que quiere ser un chico normal a pesar de sus extraordinarias habilidades. Y es que desde que era un niño demostró su talento en toda actividad que emprendía, ya fuese haciendo sus pinitos en el campo de la física analítica con apenas 5 años o tocando toda suerte de instrumentos sin que nadie le enseñara. Hay que estar agradecidos por toda esa música que ha legado, aunque a veces uno no puede sino lamentar el científico que ha perdido la humanidad.
Conclusión:
Soy consciente de que para todos los que le hayáis quedado cantar me he quedado corto en elogios y alabanzas pero he querido poner mi granito de arena desde una posición objetiva y neutral. No por nada Rolling Stones calificó a Justin como la gran promesa de nuestra generación y que no tardaría en eclipsar a leyendas como los Beatles o Michael Jackson, como efectivamente así ha sido. Espero que esta crítica haya sido un sencillo aunque sentido homenaje ante esta estrella que tan pronto se nos va. Si le hurtó la máxima calificación, es porque aun siendo maravillosa considero que no le dedica suficiente atención a Justin y si a sus ayudantes con conjuntivitis.