Dune

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Hoy hablaremos de una extraña película de un todavía más extraño director: Dune, de David Lynch. A nada que entendais un poco de novelas de ciencia ficción rápidamente habréis recordado el libro en que se basa la adaptación, y de la que toma prestada el argumento. No sin moldearlo, eso si, a la pintoresca visión de Lynch.

Los Atreides son una familia de aristócratas de rancio abolengo en una época en que los viajes interplanetarios ya no suponen ningun problema. Bajo la autoridad imperial, les es conferida la explotación del planeta Arrakis, un desierto cohabitado por gigantescos gusanos inmundos, y cuyo único (y nada desdeñable) mérito es el de ser el único lugar del universo en que se produce «La especia», un compuesto químico imprescindible para realizar viajes espaciales, y de cuya puntual explotación depende el orden establecido. Pero no les resultará tarea fácil, pues los Harkonen, otra familia noble y antiguos gobernadores del planeta, no estarán dispuestos a entregar la plaza sin luchar.

En el apartado técnico se nota el pulso de Lynch al volante: Destaca un rodaje convencional alternado con requiebros artísticos de inspiración onírica: Lynch sabe encontrar la linea entre lo real y lo irreal y clavarse en medio. Lamentablemente esta manera de proceder se cobra su precio en muchas secuencias innecesarias (o demasiado largas) y en un montaje que no hace demasiado por llamar la atención. Del apartado visual destacan los fabulosos decorados artesanales, que abundan durante toda la película y aportan una enorme riqueza de escenarios. A nivel artístico, sin embargo, se echa de menos un poco más de coherencia estética, pues uno termina con la impresion de que se han ido tomando elementos de forma arbitraria para crear un pastiche.

Los actores, correctos, aunque algunos de ellos estén caracterizados bordeando el ridículo. El guión resulta insuficiente pese a ser adaptación de un libro y el principal defecto de la película es su falta de rumbo al principio, y su falta de ritmo al final. Su ambientación densa y peculiar, que habitualmente sería una virtud, termina jugando en su contra, ya que como producto de entretenimiento resulta espesa, confusa como historia y demasiado arbitraria como experiencia audiovisual. Los efectos especiales no están mal para ser una película de 1984. Pero desde la perspectiva actual son del todo insuficientes por mucho que seamos condescendientes.

Conclusión:

Dune no es una mala película, pero juraría que tampoco es una buena película. Tiene aciertos plenos, como es la ambientación peculiar y el enfoque original del rodaje. Pero terminan pesando demasiado sus fallos, y en su conjunto se muestra como un producto inconsistente, que quiere ser muchas cosas a la vez y a penas consigue ser una sucesión de planos y secuencias a medio camino entre lo concreto, lo abstracto y lo aleatorio. Si quieres una película distinta para perderte en ella y no hacer demasiadas preguntas, Dune puede ser una buena elección. Si tus expectativas son más concretas… huye.

Nota: 5/10

Sympathy for Mr. Vengeance (복수는 나의 것 )

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Esta película es, a nivel creativo, la primera obra mayor de Park Chan-Wook.  Si bien es cierto que ya había dirigido previamente JSA  con gran éxito comercial y de crítica, es en esta película donde su estilo cinematográfico consigue desarrollarse sin ataduras para alcanzar sus más altas cotas. Estamos ante una cinta atípica, cercana al arte y ensayo en algunos de sus planteamientos, pero con unas metas narrativas claras y sin permitir que la abstracción del arte condicione al pragmatismo requerido por la trama.

Para valorar el argumento, hay que entender que se trata de una película conceptual, que gira alrededor de la idea de la venganza. El protagonista es un joven sordomudo llamado Ryu, que debe pluriemplearse para pagar las facturas médicas de su hermana enferma. También está la novia del susodicho, que milita en un grupo de activistas anti-capitalismo.  Por último podríamos señalar a Park Dong-Jin un hombre de negocios que deberá enfrentarse al secuestro de su hija pequeña. Tales personajes y otros muchos con sus historias, irán confluyendo a lo largo de los múltiples giros serpentinos de la trama, hasta fusionarse en una única cadena de venganza fatal.

En el apartado técnico no caben si no halagos. Si bien es cierto que no es la película más pulida del director, si es una de las más genuinas. Park Chan-Wook demuestra su talento componiendo escenas: juega con la perspectiva y con los planos de profundidad con gran facilidad. Dispone los elementos en pantalla con tal esmero que nos deja cientos de imágenes de incalculable valor estético y narrativo. Esta manera de rodar sirve muy bien al concepto de narrativa visual, pues muchos hechos de la trama no vienen explicados por guión, si no que son mostrados tácitamente por la cámara. Si bien esta manera de proceder requiere de la constante atención del espectador, sabe recompensarlo con una experiencia audiovisual difícil de superar. La cámara se comporta como otro actor más, tan pronto se prodiga en audaces movimientos, como pasa a un agresivo modo POV,  como se queda clavada en un plano largo para transmitir melancolía o quietud. Calidad y originalidad son las palabras que más van con el tipo de rodaje.

La trama es sin duda un apartado mucho más opinable y polémico. Sé que sonará a topíco a estas alturas, pero la película no es para todo el mundo. En primer lugar, el argumento se halla algo desestructurado: el espectador comienza desituado y no es hasta casi el mismo final cuando logra encajar todas las piezas. A nivel lógico no es del todo impecable, como decimos todos los apartados están al servicio del concepto, y la trama no es una excepción. El montaje atípico, rico en elipses visuales y sin miedo a trasgredir cualquier convencion tampoco ayuda a hacerla más sencilla de digerir. Por último la abundante y sofisticada violencia física y psicológica descarta a todos los espectadores aprensivos o impresionables. Comentar además que dicha violencia resulta impactante, no porque el director se recree en el gore, si no por la crudeza con que es capaz de retratarla.

Un aparte merecen las interpretaciones. Pese al tópico de inexpresividad que persigue a este tipo de cine, los actores desempeñan papeles sobresalientes. Especial mención para Ryu, el protagonista, cuyo personaje transmite una humanidad sobrecogedora: Nos es mostrado como una persona sin malicia alguna, pero que no puede evitar ser presa de los acontecimientos que terminan por arrastrarlo a él también.

Conclusión:

Park Chan-Wook en estado puro. Una película técnica e interpretativamente sobresaliente. Estéticamente impresionante. Y argumentalmente arrebatadora. Solo tiene un su contra un montaje atípico y una trama un poco destartalada, así como la ya mentada violencia, que aunque resulte necesaria, veta a un porcentaje importante del público potencial.  Una película extraordinaria, que requiere de la complicidad del espectador para su disfrute: Mente abierta, y ojos atentos.

Nota:  8/10

Star Trek: En la Oscuridad

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J.J. Abrams se consolida con esta película como director fiable. Si bien sus proyectos no son memorables, cumplen sobradamente con las exigencias del espectador. Películas muy vistosas con un argumento bien hilado son su seña de identidad.

Al impetuoso Jim Kirk, capitán del Enterprise, se le hace difícil acatar las reglas, arriesgando innecesariamente su vida y la de su tripulación constantemente. Es por ello, que su mentor, el almirante Pike decide disciplinarlo. Inesperadamente el mando de la confederación sufre un atentado a manos de un misterioso terrorista huya a un mundo klingon. El capitán Kirk decide aventurarse en el espacio profundo para capturar al terrorista sabiendo que un descuido puede provocar una guerra total entre la federación y el Imperio Klingon.

Como ya hemos dicho, Abrams se caracteriza por trazar un argumento bien hilado con algún giro más o menos sorprendente. Si bien la trama es lo bastante asequible como para todo el mundo la entienda sin esmerarse, dota de cierto contenido a la película evitando así que sea un cascarón vacío.

Como cabe imaginar, el apartado técnico es utilizado por el director para dar continuidad con la anterior entrega a la par que con las series originales. Para este propósito se sirve especialmente, además de la estética rejuvenecida, de la banda sonora, que en gran medida ha sido actualizada, pero que mantienen alguno de los temas más emblemáticos.

La mayoría de los actores repiten, y sus actuaciones son muy similares a la de la primera película. De los que se estrenan en esta segunda parte, cabe destacar a uno de los personajes centrales, Benedict Cumberbatch, que se ha hecho un nombre gracias a la magistral serie televisiva Sherlock. Como viene siendo costumbre, sus actuaciones son impecables, aunque recuerdan demasiado a las del famoso detective.

Conclusión:

El director acerca de una forma asequible y entretenida el universo Star Trek al espectador casual, cuyos conocimientos de esta saga vienen de segundas fuentes. Esta película, como la anterior, es tan amena como fácil de olvidar.

Nota: 6

El Discurso del Rey

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Hoy estamos ante una de las películas más laureadas del 2010.  Ganadora de 4 Oscar y 7 BAFTA, esta propuesta del director británico Tom Hooper parece tener una gran facilidad para cautivar a todo aquel que la ve. La idea de la que parte es simple: Ser testigo del inesperado ascenso institucional del que sería en el futuro el Rey Jorge VI. Abarcando hechos históricos (de manera más bien indirecta) y centrándose en la biografía personal del príncipe Alberto, una crónica marcada por la mala suerte de ser un personaje público tartamudo, en una época en la que la radio se haya en su apogeo.

Hablando técnicamente, poco se le puede achacar. La fotografía está cuidada al más mínimo detalle. Destaca sobre todo un soberbio uso de la iluminación y el espacio en los escenarios de rodaje, que logran crear una atmósfera creible, a la par que única y preciosista. A nivel de cameraplay y edición tiene un abordaje conservador con ocasionales arrebatos de vanguardismo, que para nada perjudica la excelencia del apartado. La banda sonora compuesta por Alexandre Desplat es otra garantía de calidad, demostrada varias veces a lo largo del metraje. El montaje es muy efectivo, logra sumergir al espectador desde el primer minuto, y mantiene un pausado ritmo que no decae en ningún momento.

Argumentalmente es una propuesta sencilla, pero muy eficaz.  Son sin duda los personajes los que más brillan en este apartado. Especialmente el protagonista: Atormentado por una dura infancia en la que se le exigía ser perfecto, plenamente consciente de la responsabilidad que recaerá sobre sus hombros, y con la lacra de no poder hablar en público sin emitir ridículos tartamudeos… No es de extrañar que el Principe Alberto esté enfadado con el mundo. Pero pese a su tempestuoso mal genio, no carece de sentido del humor, ni de obstinación por hacer bien las cosas.  Estas últimas serán las facetas que descubrirá su terapeuta para trastornos del habla, el Dr. Logue. Un plebeyo excéntrico, lenguaraz, transgresor y por si no fuera poco… australiano. De tan atípica relación-médico paciente, no tardará en surgir una profunda amistad y respeto mutuo.

El resto de actores alcanzan también un gran nivel, lástima que Churchill dé la nota disonante y solo se parezca al real en la voz y en unos sobreactuados mohines faciales. El guión es otro apartado magistral. Aprovecha perfectamente a los personajes, y permite integrar drama y comedia con gran naturalidad a lo largo de toda la trama. Reflejando perfectamente la frustración del protagonista contra unas convenciones hacia las que le gustaría rebelarse, pero de las que está destinado a convertirse en maestro de ceremonias.

Conclusión:

En términos generales nos hayamos ante una película sobresaliente. No podemos señalar ningún fallo objetivo que pudiera afectar a su valoración. Si que es criticable quizás, la poca ambición de los hechos que recoje. Cierto es que para dos horas de metraje no pasan tantas cosas como cabría esperar. Pero globalmente, ello no provoca que el interés decaiga, precisamente una de las mayores virtudes de esta película es ese magnetismo capaz de atraparte desde el mismo comienzo y no soltarte hasta los créditos finales. Asistido por un apartado técnico extraordinario, unos personajes carismáticos, y un guión ingenioso, la inmersión es casi perfecta. Al igual que la película.

Nota:  9/10

Conan el Bárbaro (1982)

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Siendo un niño, la aldea de Conan es arrasada por un saqueadores los adultos son masacrados y los niños esclavizados. Pasa su infancia y juventud bajo el yugo de la esclavitud hasta que es vendido como gladiador. Entrenado con los mejores maestros no tarda en convertirse en un guerrero temible. Cuando finalmente logra la libertad, emprende su particular aventura en pos de la venganza. Su única pista, un estandarte de dos serpientes enfrentadas.

El argumento de Conan el Bárbaro es el paradigma del género de fantasía. Bebe de todos los tópicos de la aventura fantástica, incluyendo el típico ladrón de marras que se hace amigo del protagonista. La historia es ligera y sencilla e inusualmente trabajado, que da pie a multitud de escenas de acción y combate.

Si hablamos del apartado técnico hay que contextualizarlo con la época de la película. Los efectos especiales son lamentables, y el director tuvo el buen juicio de no abusar de los mismos. Por lo mismo, las peleas quedan un poco deslucidas ya que en algunos casos se nota que es una coreografía, pero se compensa con un mayor esfuerzo por parte de los contendientes  y que el director no recurra a desenfocar y cambiar constantemente de cámara para intentar imprimir un sentimiento de confusión y adrenalina pero que únicamente producen mareos. Como contrapeso al anticuado apartado técnico contamos con una excepcional banda sonora, clave del éxito de la película. Canciones épicas se entremezclan con tonos vibrantes que incitan a la batalla y otras de transición introducen perfectamente el tono de las escenas que se desarrollan.

De los actores que participan en la película, el más relevante es Arnold Schwarzenegger. Si bien tiene varias películas bastante buenas, su perfil como actor es bastante bajo aunque se le puede disculpar porque en su género la interpretación brilla por su ausencia.

Conclusión:

A Conan le pesan los años. A pesar de todo merece la pena dar una oportunidad a esta película icónica que aún es capaz de desatar pasiones. Lo mejor, los cinco primeros minutos. Nótese que no hago mencion del remake de Conan en ningun momento dado que es una abominación que es mejor olvidar. Esperemos que Arnold se conserve fresco y no tenga que hacer un nuevo borrado de memoria selectivo.

Nota: 6

The Fades

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Las expectativas son siempre un arma de doble filo, tan pronto mantienen vivo nuestro interés por una historia como nos apuñalan vilmente por la espalda.  La serie que hoy nos ocupa ha sido un claro ejemplo de puñalada trapera.

Y es si uno lee la sinopsis con ganas de acción, y (porque no decirlo) cierta épica lo tiene todo captar nuestra atención:  Un joven que ha adquirido un poder que le permite hablar con los difuntos, y por causa del cual tiene epifanías del apocalipsis que parece avecinarse. Eso junto con un apartado técnico consistente, como el que muestra el trailer, es más que suficiente para dar un voto de confianza a esta serie. Pero…

A veces los árboles no nos dejan ver el bosque. No hay duda de que esta serie cuenta con unos notables valores de producción, tampoco hay queja alguna sobre la calidad técnica tras su rodaje, pero ahí acaban los éxitos que exhibe. Tha Fades intenta seguir la estela de las producciones de TV británicas actuales, pero parece carecer del talento necesario para llevarla a buen puerto, se antoja insuficiente en todos los apartados que no son estrictamente técnicos. La acción, pese a tener sus momentos climáticos y no andarse con demasiados remilgos, tampoco llega a destacar en absoluto sobre el conjunto.

El argumento hace aguas por todas partes. No solo como consecuencia de defectos lógicos evidentes, si no por obra y gracia de un guión plano y unos personajes secundarios odiosos. Da la sensación de que los diálogos han sido escritos sin dirección narrativa y simplemente buscando agradar a X sector del público, como evidencian conatos de comedia o frikismo que lejos de enriquecer el producto, lo condenan a una mayor inconsistencia e incluso a momentos de vergüenza ajena.  Las actuaciones son muy irregulares, en general no tienen mal nivel en los protagonistas principales, pero esa irregularidad aumenta exponencialmente en los secundarios (a los cuales se suma su presencia meramente accesoria).

Conclusión:

The Fades transmite la sensación de estar ante un producto demasiado crudo, recién salido de una lluvia de ideas con demasiadas ideas y pocas buenas ideas. La falta de dirección narrativa, al servicio de un argumento que termina por ser demasiado simple hacen que nuestro interés se disipe desde el primer capítulo. El enfoque artístico genérico, cuya ambientación no logra marcar la diferencia en ningún momento, tampoco ayuda a sumergirnos en lo que nos cuentan. Y las carencias lógicas terminan de asesinar la credibilidad  de todo ello. La calidad técnica, tres o cuatro momentos climáticos bien medidos y un final original no bastan para elevar esta producción por encima de la lístón del aprobado: lleva demasiado lastre.

Nota:  2/5

Lutero

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Martin Lutero, hijo de un caballero, es un joven lleno de dudas que ingresa en un monasterio en contra de los deseos de su padre.El prior de su orden, viendo su potencial lo envía a estudiar teología a la Universidad de Wittenberg. Cuando visita Roma se encuentra con una Iglesia corrompida y mundana. La decepción le lleva a escribir  sus 95 tesis que clava en la puerta de la Catedral. Protegido por el príncipe de Sajonia y gracias a la imprenta de Gutenberg, sus ideas se propagan rápidamente y calan hondo entre los campesinos alemanes que claman por un reparto igualitario de las riquezas. En Roma, el papa necesitado de oro para concluir el que debe ser el faro de los cristianos, San Pedro, intenta acortar la herejía de raíz que amenaza con dividir el mundo cristiano.

Si prestamos atención a los créditos, advertimos que la asociación luterana ha tomado parte en esta obra, por lo cual sospechamos que su objetividad queda un poco comprometida, hecho que se confirma más adelante. Pese a ello, el argumento es sólido y trepidante presentando a Lutero como un joven idealista que intenta reformar y no destruir la Iglesia. La primera mitad de la película es un poco más lenta, y si bien el director se preocupa de que el espectador no se desoriente, unos conocimientos generales de historia le ayudarán a ubicar e identificar hechos y personajes históricos.  La segunda mitad es más intensa, cuando el enfrentamiento entre Roma y Lutero ya es abierto, si bien hay que advertir que la acción es nula incluso durante las revueltas.

en una película de índole histórico es pertinente analizar el rigor histórico de la misma. En líneas generales se mantiene fiel a la historia aunque como es de suponer bajo una perspectiva favorecedora e idealizada del protagonista. A pesar de ello, y para simplificar el argumento, enfocan la reforma desde un punto de vista puramente teológico y omite completamente las ansias independentistas de los príncipes, retratados como fieles piadosos que luchan por la libertad religiosa.

El apartado técnico está muy logrado, con una hermosa fotografía que  evoca  la tranquilidad reflexión y una ambientación muy cuidada. La banda sonora es acorde al tono de la película con cantos religiosos.

Conclusión:

Sintetizando, Lutero me parece una película histórica muy interesante pese a estar demasiado focalizada en la teología. Un guión trabajado da a unos diálogos detallados y coherentes y un cuidado control del tiempo que evita que se haga demasiado larga. Se echa de menos una visión más profunda de este apasionante periodo histórico, que al final resulta demasiado superficial.

Nota: 7

¿Teléfono Rojo? Volamos hacia Moscú

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Jack D. Reaper, un general de la Fuerza Aérea estadounidense, cree que los soviéticos están infiltrándose en el país a través del agua. Valiéndose de su posición ordena a los bombarderos bajo su control que inicien un ataque nuclear sobre objetivos estratégicos soviéticos con la esperanza de que ante la imposibilidad por parte del Alto Mando de abortar este ataque, efectúen un ataque nuclear masivo sobre la unión soviética y así anular la capacidad de respuesta de los rusos.  Sin embargo, el presidente prefiere informar a los rusos e intentar evitar el holocausto nuclear. La situación se complica cuando descubren que los rusos tienen un sistema de respuesta automático que, al igual que los bombarderos, no puede ser deshabilitado. Todo parece indicar que las superpotencias se ven abocadas a la destrucción mutua.

Es necesario señalar que la clasificación de esta película como comedia se aleja bastante de la realidad. Es cierto que hay escenas graciosas y diálogos ingeniosos, pero el tono general de la película es mas bien de suspense. Aunque no destaque por nada en particular, ¿Teléfono Rojo? Volamos hacia Moscú cuenta con una idea original bien ejecutada, pero que no da para mucho.

Los personajes, como toda la cinta, son una sátira mordaz del ejército estadounidense. Por un lado tenemos a un presidente un tanto apocado, y varios generales cuya solución, la guerra, es independiente del problema. Aunque la actuación más sobresaliente es la de Peter Seller como el doctor Strangelove, un nazi fugado que ahora es asesor del presidente.

Si hablamos del apartado técnico, con decir que es del 64, creo que esta todo dicho.  La película es en blanco y negro, y los efectos especiales brillan por su ausencia. Quizá, lo único criticable, dada la época, es que las maquetas están fatalmente hechas y se distinguen a la legua.

Conclusión:

Esta cinta es entretenida, aunque por muy bien que haya envejecido, los años pesan sobre esta cinta. Lo mejor de esta película es la mordaz sátira que Kubrik hila con maestría de la sociedad estadounidense y su incomprensible deseo por sobreponerse a su eterno enemigo pese a ser una victoria vacía, ya que acarrearía su aniquilamiento.

Nota: 6

The Girl with the Dragon Tattoo

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David Fincher, director de solvencia más que demostrada, capitanea este remake de la película original sueca. Adaptación a su vez del best-seller homónimo de Stieg Larsson. Novela que un servidor no se ha leido ni se leerá, y por tanto esta crítica pretende analizar la película de forma independiente, y no como un valor añadido sobre la obra original.

La historia se centra en sus dos protagonistas individuales, cuyos caminos se cruzarán a lo largo de la trama: El periodista de investigacion Mikael Blomkvist (Daniel Craig), acuciado por problemas legales y económicos en su lucha contra una corrupta corporación. Y Lisbeth Salander (Rooney Mara), una perspicaz hacker de aspecto alternativo y actitud nihilista que trata de distanciarse de su pasado. Ambos deberán colaborar en la investigación de un crimen sucedido hace décadas en una pequeña localidad del norte de Suecia, cuyas implicaciones alcanzan hasta la actualidad.

Hablando de los valores de producción, lo primero que sorprende es la ambientación perfectamente recreada: Una más que notable selección de localizaciones, junto con una fotografía detallista, y apoyada en un efectivo y estético uso de la iluminación, hacen que ver esta película sea como viajar a Suecia por un par de horas. Los planos y los movimientos de cámara destilan calidad y buen hacer por parte de un Fincher que sigue en plena forma. Por otra parte, el montaje logra rapidamente captar el interés, pero llegado a un punto le cuesta mantenerlo a lo largo de más de dos horas y media de película.

Entrando a valorar el argumento: No cabe duda de que se basa en un material de calidad. Los diálogos están bien escritos y en ningun momento se perciben como innecesarios. La historia, aun sin ser el no-va-más, está bien planeada y logra interesar desde el arranque, tras el cual avanza desarrollandose como un puzle, pieza a pieza. Añadiendo la complejidad adecuada para que no sea percibida como una historia tópica. Sin embargo si que es cierto que el final carece de suficiente entidad, y (probablemente por querer ser fieles a la novela) se prolonga durante más de media hora, no cumpliendo las expectativas que crea. Quizás para una novela funciona, pero no para una pantalla, y al final queda la sensación de que hubo mucho ruido y pocas nueces.

Conclusión:

Estamos ante una buena película, pero mejorable. Sus puntos fuertes: Una cuidada ambientación y unos personajes carismáticos y bien interpretados. Sus defectos: Una duración excesiva y un final luengo precedido por un ritmo pausado que desarrolla una historia interesante pero insuficiente. Si bien se trata de una trama original, la curva de interés empieza arriba y termina abajo, y eso siempre es criticable en una película de este género, independientemente de sus logros objetivos. En cualquier caso, a no ser que la sinopsis os disguste, es una buena película y se disfruta como tal.

Nota: 7/10

Aliens (El regreso)

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No sería justo hablar de esta película de 1986 sin situarla en su contexto como secuela directa de  «Alien: El octavo pasajero», Ridley Scott dejó paso a James Cameron en la dirección de un producto que comparte casi todos los ingredientes con su precuela. Muy al estilo de las segundas partes, Aliens intenta ofrecer lo mismo, pero en una dosis mayor. Sacrificando en el proceso parte del suspense en beneficio de la acción directa.

Teniendo en cuenta el año de rodaje, Aliens es una película que sorprende por su solidez técnica. Apartado que resulta más sencillo de apreciar gracias a la extraordinaria remasterización llevada a cabo para la versión Blu-Ray. El único punto negativo son algunos decorados que aparecen en la estación espacial del principio y en sus hangares, en que se hacen notar obscenamente unos cutres fondos de papel pintado. El resto de la película, sin embargo, destaca por una ambientación muy lograda gracias al extremo cuidado (y dinero) puesto en unos decorados muy convincentes. El tipo de rodaje es similar a la precuela, mucho movimiento de cámara durante la acción, que por suerte no se hace confuso en ningún momento. Y unos efectos especiales sensiblemente superiores (Ahora los aliens rara vez parecen robots con parkinson) que terminan de apuntalar el apartado.

A nivel argumental la historia resulta simple y directa. Adecuada para las metas narrativas de la película, que no van más allá de acompañar la acción y  crear un cierto trasfondo para la misma. El guión sigue esa linea de sencillez y efectividad. Los personajes son quizás el punto flojo, ya que son estereotipos ambulantes, y solo la protagonista parece tener una personalidad definida. Si bien hay que destacar el papel de la niña, que lo hace mejor que todos los marines juntos. Sin ser una película que sorprenda en ningún momento, hay que reconocer que posee una buena planificación y un buen montaje, mediante el que consigue el interés durante más de dos horas seguidas e incluso aumentarlo parsimoniosamente. Un final mejor de lo esperable pone la guinda al apartado.

Conclusión:

Aliens pretende ser «más y mejor» que su precuela. Puede que no sea mejor, pero que es más resulta indiscutible. James Cameron alcanza el listón que tal alto había dejado su antecesor, y lo hace cambiando un poco el género, virando más hacia la acción en detrimento de los elementos de thriller, que aún así siguen bien representados. Puede que no sea la película más original del mundo,  pero es sin duda una buena pieza de cine que ha envejecido estupendamente, y es tan disfrutable a día de hoy como hace 30 años.

Nota: 7/10