El Lobo de Wall Street

Jordan Belfort es un joven bróker que acaba de desembarcar en Wall Street. Despedido en su primer día, Belfort acaba vendiendo acciones de empresas ruinosas a pequeños ahorradores. No tarda en escalar posiciones en Wall Street y a medida que el tamaño de sus presas aumenta también lo hace el desenfreno con que rige su vida. Pronto entra en una espiral de drogas, sexo y dinero fácil que nada puede frenar. Bueno, casi nada.

Martin Scorsese nos deslumbra con su fascinante dirección que disimula en gran medida las carencias del guión. Enfocada desde una perspectiva muy focalizada, la trama deja muy poco espacio para todo aquello que se aleje mínimamente de los excesos del protagonista. Da una relevancia especial pues a las continuas bacanales y abusos de Jordan y de su camarilla apenas hilados con algunas pinceladas de su ascenso en Wall Street. Scorsese, cuya huella se hace patente en la transición del protagonista que recuerda sospechosamente al de Uno de los Nuestros, prescinde por completo de la ambientación sin molestarse ni en perfilar mínimamente el mundo financiero o en definir al reparto más allá de su relación con el protagonista.

Leonardo Dicaprio es el alma de la película. Con una actuación insuperable, marca el ritmo de las escenas durante toda la película y evita que decaiga la intensidad. Cuenta con un grupo de reparto que hacen constantes chanzas y que ayudan a dar mayor ligereza y evitar que las tres horas de rodaje se hagan muy pesadas, aun así casi, toda la atención se focaliza en Leonardo.

Conclusión:

Tres horas se hacen un poco excesivas para repetir los mismos conceptos una y otra vez. La evolución de la película es muy lenta y si no llega a ser repetitiva es gracias a la genial interpretación de Leonardo y la experimentada dirección de Martin Scorsese.

Nota: 7