Hoy estamos ante un claro caso de traducción inventada del título, puesto que en la versión original, no aparece el peyorativo «marginado» y si aparece el equivalente a «tímido», o «apocado». En cualquier caso, dejemos de despotricar y centrémonos en la película de hoy, adaptación de una novela homónima de principios de los 90 cuyo tema central es el crecimiento personal. Sucede además que el autor original es además el director de la adaptación, importante remarcar su mérito.
El argumento narra la historia de Charlie (Logan Lerman) durante su primer año de instituto, quien no es precisamente la alegría de la fiesta. De naturaleza tímida e insegura y arrastrando dolorosos recuerdos del pasado, la vida de Charlie cambiará para siempre cuando entre a formar parte de un peculiar grupo de amigos. Con ellos descubrirá nuevas perspectivas sobre la realidad, y consecuentemente, aprenderá mucho sobre la vida misma. ¿Serán recursos suficientes para ahuyentar fantasmas del pasado?
Valorando el apartado técnico, no destaca ni para bien ni para mal. Comienza con un abordaje muy conservador, que apenas llega a resaltar per se en un par de planos. Aunque visualmente no llame la atención por ello, si que hay que señalar que la fotografía se basta y se sobra para crear esa atmósfera ligeramente retro, tan necesaria para escenificar una historia que tiene lugar en los 90. La banda sonora muestra un predominio de rock alternativo de los 70, funciona bien y le aporta un cierto matiz original al apartado sonoro.
Argumentalmente tiene sus virtudes y sus vicios. Por una parte no es una patochada para adolescentes descerebrados (como uno podría pensar si se fija en el casting o en alguno de los trailers) y tanto la historia como los personajes se niegan a verse relegados a un segundo plano. Lo cual es positivo y meritorio. Por otra, la intensidad dramática está mal condensada: a lo largo de la película nos son mostrados fragmentos del pasado de Charlie para justificar la zozobra emocional del protagonista, pero resultan intentos torpes que no terminan de injertarse en la trama, hasta que son puestos en contexto al final, y cuando se revelan con detalle resultan algo decepcionantes por insuficientes. Las actuaciones son muy buenas, el trio protagonista borda los papeles, especial mención para Emma Watson que nos demuestra que hay vida más allá de Hogwarts. El guión tiene sus momentos de lucidez y mantiene un nivel aceptable todo el tiempo.
Conclusión:
Es importante analizar la moraleja que presenta: El retrato de la adolescencia como un periodo de ansiedad, incomprensión e incertidumbre. Madurar es entender esas vulnerabilidades humanas, aceptarlas como tales, y no permitir que nos supongan freno alguno. La idea es buena, y la ejecución está correctamente enfocada, pero Stephen Chbosky firma un film al que le falta enjundia. El montaje resulta insuficiente para hacer brillar a la idea central, y termina rindiendose al sosiego del Slices of Life transformando la expectación en conformismo. Unas buenas interpretaciones y un guión a la altura hacen de esta una película recomendable. Desde luego que no te cambiará la vida (Si, lei eso en varias críticas y aún no doy crédito…), pero resultará una experiencia positiva y entretenida.
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